Las 5 señales de alerta que a menudo pueden presentarse previo a este acto son las siguientes:
- Retraimiento.
- Tristeza, apatía y llanto.
- Desinterés por el medio que los rodea.
- Somnolencia.
- Pocas ganas de jugar y relacionarse con los demás.
Si la intención del suicidio se lleva a cabo, se produce el fallecimiento de la víctima. En caso de no concluirlo, la salud del niño o adolescente se verá deteriorada. Además, los familiares se verán afectados emocionalmente.
Para prevenir estas actitudes peligrosas comuníquese con el niño o el adolescente, dele un rol en la familia en función de sus gustos, escúchelo y hágale notar que es protagonista de su propia vida.
Ayúdele a encontrar un sentido a su vida y a deshacerse de toda la inseguridad y represión que en él pueda existir. Esto se puede hacer mediante dichos, frases o palabras que transmitan incentivos, motivaciones, buenos deseos, gustos, pasiones, anhelos y sueños.
Ayude al niño o adolescente a salir de un estado de potencial suicidio brindándole paciencia, comprensión y respeto. Así, poco a poco, él podrá empezar su crecimiento espiritual. Toda la familia debe formar parte de su reintegración a la sociedad y algo muy recomendado es buscar la ayuda de un profesional, psicólogo o psiquiatra.
Recuerde que ninguna familia está libre de problemas o de pasar dificultades, lo cual repercute en las actitudes y pensamientos de sus integrantes, especialmente en los más vulnerables que son los niños y los adolescentes. Crear espacios para aprender a comunicarnos y reconocer si necesitamos ayuda profesional es importante.