Para respondernos esta interrogante es necesario saber que un niño feliz es aquel que puede dialogar y expresar sus ideas, estudiar y mantener un buen estado de salud; sobrellevar enfermedades crónicas como la diabetes, fibrosis quística, entre otras, y vivir de la manera más normal posible dentro de sus limitaciones.
Muchas veces los padres tratan de compensar el tiempo que no pueden pasar con sus hijos mediante regalos o siendo muy permisivos con ellos, o también creen que convertirse en sus amigos es la mejor solución para tener una relación de confianza.
Pero al recibir constantemente regalos, los hijos suelen acostumbrarse a la presencia de dichas recompensas y estas se vuelven una exigencia. Los niños reciben de manera errónea el mensaje que sus padres tratan de transmitir y llevan la relación de confianza que se intenta armar hacia actitudes o comportamientos equivocados.
Por eso la mejor forma de llegar a los hijos es:
- Conservando un espacio de comunicación entre padres e hijos. La trasmisión de la palabra entre las generaciones es una de las mejores enseñanzas que podemos proporcionar.
- Desenvolviéndose bien en sus funciones como padre o madre.
- Aprovechando el tiempo de calidad con ellos, compartiendo juegos, dibujos, cuentos, mientras se realizan las tareas escolares, cuando se realizan actividades extracurriculares, entre otros.
Recuerde que uno de los triunfos que se puede tener como padres es proporcionar a los hijos los recursos necesarios para que se puedan defender en el presente y futuro, incentivando sus potenciales e inculcando el desarrollo de su personalidad.
Los niños aprenden más de lo visual que de aquello que escuchan. Si queremos enseñarles cosas buenas, deben verlo primero en sus padres. ¡Ponga el ejemplo!