El uso inadecuado de los denominados fuegos artificiales constituye un grave problema de salud pública porque provoca incendios, quemaduras profundas, amputaciones, intoxicaciones, envenenamiento, la pérdida de vidas humanas y la contaminación sonora y ambiental. Generalmente esto ocurre cerca de las fiestas de Navidad y Fin de Año. Quienes los manipulan son los más afectados y en ocasiones resultan gravemente heridos.
En esta época del año es donde recibimos más casos de niños con quemaduras producidas por la quema de los llamados "años viejos" o "monigotes". El uso indiscrimado de las "camaretas" y demás fuegos artificiales hacen de los niños las víctimas más comunes.
El ambiente festivo de Navidad y Año Nuevo podrían cambiar 360° la vida de cualquier familia a causa de los fuegos artificiales, originando terribles quemaduras de primer, segundo y tercer grado en los niños. Se estima que para estas fechas los hospitales incrementan sus números de pacientes infantiles quemados.
En Guayaquil, la amputación de dedos, la desfiguración del cuerpo, de rostros, la pérdida de visión o del sentido de la audición, entre otras, son las secuelas físicas que dejan las quemaduras, sin contar las secuelas psicológicas que sufre el niño afectado y su entorno familiar.
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